Autor:
Redacción EL MUNDO
31 de Diciembre de 2014
31 de Diciembre de 2014
Al finalizar el año, se despierta
la nostalgia por un año que termina pero también la esperanza de alcanzar un
mayor éxito en el que comienza. Los propósitos, que en la mayoría de casos no
se cumplen, deberían servir para delimitar los sueños.
En la tradición
judeocristiana, que determina el calendario gregoriano a partir del nacimiento
de Cristo, y que se cumple en Navidad, se establece que cuando se terminan los
365 días del año, se produce una muerte y un renacimiento y un cambio total,
desde lo físico hasta lo espiritual.
Según
Liliana Salas, antropóloga especialista en hermenéutica de la religión,
precisamente en ese momento de confluencia del nacimiento del Hijo de Dios y
del nuevo año, se cree que todo en el universo o en el cosmos cambia. “Ahí
está el origen más primitivo de esta tradición de los propósitos, porque es un
momento cabalístico para el mundo judeocristiano, pues con el nacimiento de
Cristo, la historia se parte en dos, tanto que es ahí cuando se empieza a
contar el tiempo, antes no se contaba, simplemente era la edad antigua”.
Toda esa
confluencia astrológica, de la mística que se le ha puesto en el Medio Oriente
y en el mundo occidental se orienta a una fuerte creencia de la mutación
fundamentada en la Navidad y el Adviento, “es importante renovarse y se habla
del nuevo ciclo que se inicia, por eso tantas creencias, agüeros y tanta
ritualística”, explica Salas.
Los más comunes
Hacer propósitos cuando se celebra el Año Nuevo es
una costumbre tan antigua como la celebración misma, pues ya los babilonios
hacían propósitos, el más popular era devolver las herramientas agrícolas que
les habían prestado sus vecinos y los antiguos romanos establecieron el
propósito de pedir perdón a los enemigos.
En el
comienzo del año, asociado en algunos casos con la tradición de comer doce uvas
se plantean nuevas metas, nuevos proyectos, nuevos amores y sueños. Los buenos
propósitos de año nuevo podrían llenar en algunos casos miles de páginas
de algún libro pero lamentablemente, pocos serían los ejemplos de los que
se lograron cumplir al final.
Adelgazar,
ahorrar, dejar de fumar, hacer ejercicio, comer más sano, cambiar de empleo,
cambiar de carro, aprender un idioma, estudiar, viajar, son algunos de los
propósitos más comunes que se incluyen en los planes de Año Nuevo.
Desafortunadamente muchos de ellos se quedan a mitad de camino y se convierten
nuevamente en actividades que se aplazan periódicamente cada que las manecillas
del reloj anuncian un nuevo primero de enero.
¿Por qué no se cumplen los propósitos?
De
acuerdo con el doctor Jairo Quiceno, sicólogo clínico y coach en programación
neurolingüística, las razones por las que estos propósitos no se cumplen
están asociadas a la falta de compromiso, “visto como la responsabilidad que
una persona asume consigo misma para poder materializar su propósito no a
través de la intención sino a través de la acción”, explica Quiceno.
En
segundo lugar, a la gran mayoría de los seres humanos, y estamos hablando de
casi el 95 % de las personas, les falta autodisciplina, que es la decisión que
se toma de hacer algo, para poder encaminarnos hacia los propósitos que nos
hemos puesto. Por ejemplo, revisar lo que se está comiendo cuando se propone
bajar de peso y evitar comer ciertos alimentos que contribuyan al sobrepeso.
Consuelo
Moreno bordea los cuarenta y los tres últimos años se ha hecho el mismo
propósito: hacer ejercicio por su salud y para mantenerse más delgada.
Sin embargo, ha perdido el foco y se la ha pasado aplazando este objetivo por
lo que llama múltiples ocupaciones y algunas excusas como “sólo tengo tiempo a
partir de las 9:00 a.m y a esa hora ya sale un sol muy fuerte”.
Cada año busca una nueva alternativa: “Mi esposo me acaba de regalar un
aparato para hacer gimnasia en la casa, esta vez sí lo usaré”, dice. Sin
embargo, ya cuenta con otros elementos para el mismo fin que nunca ha
usado como pensaba.
Precisamente,
Quiceno señala que el tercer factor por el cual no se cumplen los propósitos de
final de año y tal vez el más importante, es que no se toman como una rutina,
“¿cuántas veces termina enero y todavía no se ha empezado a hacer nada para que
se cumpla el objetivo trazado? Eso tiene que ver con la mente
subconsciente, porque el consciente sólo plantea escribir los deseos, que es una
muy buena idea, pero el subconsciente necesita de la acción”.
Trascender lo material
Jorge Garcés, profesional y estudioso de la planeación, considera que muchos de los propósitos no se cumplen por las siguientes razones:1. Parten de la insatisfacción, pues el ser humano se ha preocupado más por añorar lo que le hace falta que por disfrutar lo que tiene, por tanto la insatisfacción es permanente en la medida que no aprendamos a valorar lo que tenemos.
2.No medimos los alcances de lo que queremos obtener. Dejamos al azar del destino que logremos lo que queremos cuando es a partir nuestro que se alcanzan las metas y objetivos.
3. La religiosidad obstaculiza el esfuerzo personal pensando en que Dios todo no lo concede. Cuando es Él quien nos da la fortaleza para que con nuestras capacidades logremos nuestros propósitos.
4. Siempre lo que pedimos normalmente es de carácter material. Nunca nos preocupamos por pedir que espiritual y mentalmente tengamos una actitud y aptitud propositivos frente a nuestros deseos para un nuevo año.
Recomendaciones
Estas son algunas de las recomendaciones que hace el doctor Jairo Quiceno para elaborar y cumplir exitosamente los propósitos de fin de año.Ir despacio: Los propósitos muchas veces fallan porque son imprecisos o difíciles de cumplir, por ejemplo, si tiene el propósito de ser más amable, un mejor propósito sería hacerle un cumplido a una persona una vez por semana. Para crear confianza es indispensable dar lo que se denomina “el pequeño primer paso”, que irá aumentando paulatinamente.
Establecer un plan: si bien una meta es específica y alcanzable, sólo con establecerla no se convertirá en realidad. ¿Cuáles son los pasos necesarios para lograr la meta? En el caso de decir un cumplido a una persona por semana, un plan detallado podría no ser muy necesario. Sin embargo, pueden incluirse otros tipos de detalles como comenzar con amigos, luego con compañeros de clase, pero nunca con desconocidos.
Ser flexibles: Aún los mejores planes no siempre funcionan tal como se espera así que es importante ser flexibles. A veces se tiene que cambiar un plan y entender que no todas las cosas son perfectas.
Contar con una agenda: puede ser útil para aquellas personas que quieren centrarse en un objetivo determinado. Una vez que el Año Nuevo ha pasado, es fácil olvidarse de los objetivos fijados, pero anotarlos en una agenda puede recordar lo que se quería hacer.
Escribir en presente afirmativo: La gran mayoría de la gente dice: quiero bajar de peso el año entrante, pero lo recomendable es hacerlo en presente. Tampoco decir “el próximo año no voy a comer grasa”, porque la mente subconsciente no captura la palabra “NO”.
Tiempo: desafortunadamente los propósitos se plantean cuando no se está en el mejor estado de lucidez y sin tiempo. Es importante dedicarles concentración y buen tiempo.
Finalmente, Quiceno recomienda contar con una persona que recuerde los propósitos y haga las veces de vigilante para que le ayude a recordarlos.
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